La estructura del agua es sencilla, pero sin ella el mundo no existiría como tal. Este líquido es una molécula compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Cada uno de hidrógeno comparte dos electrones con uno de oxígeno. Pese a esta simplicidad estructural, esta composición resulta esencial para la vida.
El agua hidrogenada es agua enriquecida con hidrógeno activo molecular disuelto en forma de gas. Las concentraciones de hidrógeno activo, disuelto en el agua, son próximas a la saturación. Es interesante saber, a pesar de su pequeño tamaño, que el hidrógeno gaseoso actúa como un potente antioxidante para nuestro organismo. Es más, sus reducidas dimensiones le permite acceder a lugares donde otros antioxidantes fracasan (núcleo celular y neuronas).
Cuanto más alta es la calidad de la comida, menos materia ácida se forma y contiene más cantidad de productos minerales y alcalinos que neutralizan los ácidos. Eligiendo la comida siempre es importante recordar que las substancias alcalinas limpian, y las acidas dañan el organismo. Una de las garantías de salud es el equilibrio de ácidos y álcalis.
Sang Whang es un científico americano que está analizando el efecto del equilibrio de álcalis y ácidos para la acidez del organismo y ha colaborado en numerosos estudios sobre la nutrición moderna realizados por la universidad de California. “En otra época la gente solía consumir el 35 por ciento de carne y el 65 por ciento de verduras. Entonces el consumo de substancias alcalinas, es decir de potasio y sodio, era tres o cuatro veces más alto que ahora.
En los primeros minutos después de su preparación el catolito representa agua con un poso blanco claramente visible, incluso puede parecer espuma dependiendo del agua que se utilice. Cuanta más alta es la mineralización del agua (mucha cal, compuestos de metales pesados, etc.), mayor es el poso. Según propiedades organolépticas el catolito (agua alcalina) recuerda el agua de lluvia suave con un ligero sabor de bicarbonato sódico.